Desde fuera, una secuencia de yoga y una sesión de pilates sobre una esterilla pueden parecerse mucho. Entonces ¿cuál es la diferencia? Estoy segura de que obtendrás respuestas muy diferentes dependiendo de a quién le preguntes.
Yo siento un subidón natural después de cualquier actividad deportiva, pero tengo una energía muy diferente después de una sesión de entrenamiento en intervalos de alta intensidad (HIIT) que tras terminar una práctica de yoga.
Cuando termino una sesión de ejercicio tradicional, me siento llena de energía. Pero a veces, siento que esta energía me sobrepasa y entonces necesito calmarme al final de la rutina deportiva, estirándome e incluso meditando durante unos minutos.
Después de toda una vida de practicar diferentes deportes y disciplinas físicas que incluyen correr, bailar, nadar, boxeo, pesas y yoga, mi opinión personal es que lo que diferencia al hatha yoga es la intención con la que se practica.
Eso es, el hecho de decidir cuando me dispongo a empezar mi rutina sobre la esterilla, que voy a iniciar una aventura física, mental y espiritual, en la que cada respiración, cada movimiento e incluso cada pensamiento, es intencional. O al menos, ¡ese es el plan!
Me encanta que el yoga integre el cuerpo sutil en la práctica física. El calentamiento propio del inicio de una práctica de yoga, que a menudo implica ejercicios respiratorios y centrarse en el momento presente, me ayuda a mirar hacia dentro y establecer una intención para la sesión. Esto podría ser encontrar equilibrio interior, perdonarme, procesar algún sentimiento o cualquier cosa parecida. El yoga me recuerda que soy más que un cuerpo. Cuando estoy en pleno movimiento, en alguna postura como el perro boca abajo, por ejemplo, percibo los sutiles pero palpables cambios de energía según respiro y me acomodo.
Al final de la práctica de yoga, es como volver de un viaje, que más o menos termina tal y como lo empecé, procurando darme cuenta de cómo me siento a todos los niveles: mentalmente, físicamente, emocionalmente e incluso espiritualmente.
Claro que puedo y de hecho incorporo esta actitud mental y espiritual cuando realizo cualquier otra actividad física, pero cuando lo hago sobre la esterilla, y lo identifico como una práctica de yoga, es una experiencia holística. Cuando termino, me siento completa y no siento la necesidad de hacer nada más para cerrar mi práctica.
Bueno, esta es mi experiencia y cómo veo la diferencia entre el hatha yoga y otras disciplinas físicas. ¿Qué te parece a ti?